Los procedimientos estéticos, cada vez más especializados, son comunes en esta etapa. Esto es lo que debes tener en cuenta al pensar en un cambio definitivo.
Cuando las mujeres llegan a la madurez, comienzan a pensar en visitar al cirujano plástico. En ocasiones coincide con la entrada en la menopausia, estado en el que las mujeres replantean su imagen personal y reflexionan acerca de la belleza que queda y la que perdieron con el paso de los años. Ya cerraron etapas importantes como la maternidad pero no quieren pensar todavía en la temida tercera edad. Hoy, gracias a los tratamientos estéticos y a las cirugías plásticas, las mujeres logran conservarse jóvenes por más tiempo y retardar el proceso de envejecimiento.
Durante esta época, las cirugías más comunes son las faciales. La blefaroplastia (eliminación de piel sobrante en el área del párpado superior), el lifting o estiramiento facial, la plastimoplastia o rejuvenecimiento de cuello y lipoinyección facial son los procedimientos más solicitados y practicados en el mundo. A estos les siguen la abdominoplastia, el levantamiento y prótesis de mamas, y la lipoescultura. Especialidades quirúrgicas que corrigen pieles flácidas, estrías y otras secuelas de la maternidad y el sedentarismo.
En ocasiones, la menopausia trae consigo etapas de estrés y bajones emocionales derivados del cambio hormonal. Algunas mujeres sufren por dejar atrás la etapa reproductiva y es común que haya problemas de autoestima, depresión y angustia. Todos estos factores son determinantes a la hora de pensar en una cirugía plástica, un procedimiento que implica dolor y un tiempo de recuperación. Los especialistas coinciden en que las mujeres deben esperar a que los síntomas depresivos pasen. Lo ideal es tomar la decisión de someterse a cambios plásticos cuando los altibajos emocionales hayan quedado atrás.
Desde el punto de vista sicológico, no es recomendable que la mujer se someta a cambios quirúrgicos en plena menopausia. Los estudios indican que la mujer está más vulnerable a situaciones de estrés y por lo tanto, más sensible a factores adversos que pueden desencadenarse de una cirugía (resultados no esperados, molestias, dolores pos operatorios, efectos secundarios, etc.).
La decisión debe tomarse cuando se ha recuperado la estabilidad emocional y hay una percepción real frente a sí misma y a los resultados del procedimiento. Este tipo de tratamiento debe llevarse a cabo por personal especializado y debidamente certificado para minimizar riesgos, complicaciones y posteriores resultados.
En el caso de la blefaroplastia es innegable el impacto que produce sobre el aspecto general del rostro. Hay una mejoría en la expresión, en el rejuvenecimiento y en la armonía de los ojos.
Las cirugías estéticas de última generación tienden a mejorar aspectos visibles como arrugas, pieles colgadas y otros defectos del paso del tiempo. Las expectativas deben ser realistas. Esto ayudará a adaptarse a los cambios de manera más positiva.
Fuente: cromos.com.co
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