Puede realizarse por razones estéticas o reconstructivas. Es un procedimiento sencillo, poco doloroso y que permite acabar con complejos.
«Mis pantorrillas fueron un tema desde la infancia», confiesa Karla, y agrega: «Era un trauma ponerme el jumper del colegio; era un trauma el verano porque tenía que usar faldas o shorts. Era terrible».
Esta mujer no duda en afirmar que durante su desarrollo, sus piernas «flacas» -herencia de su padre- eran algo que la acomplejaba y es por esto que cuando comenzó a trabajar, su prioridad fue buscar la forma de remediarlo. «Lo primero que hice fue averiguar y ver en qué consistía la cirugía de implante de pantorrillas (…) Cuando supe dije ‘voy a invertir en esto’, porque en realidad era un problema para mí», relata. Y así lo hizo: en 2009 entró a pabellón y salió con sus piernas renovadas.
«Cada vez se han ido haciendo más frecuentes las consultas por este tipo de cirugía», puede hacerse por razones reconstructivas o estéticas. «Hay pacientes que tienen una pantorrilla más delgada que la otra, como por ejemplo aquellos que tienen secuelas de una poliomielitis; y otros que genéticamente las tienen más flacas y quieren aumentarlas». En este sentido, se estima que un 75% de los interesados en hacerse el procedimiento son mujeres y un 25% corresponde a hombres. «En general son jóvenes, de entre 25 y 40 años».
Existen dos opciones: poner sólo un implante por pierna o bien dos, cada uno en un gemelo. «Habitualmente se coloca uno, pero a veces cuando los pacientes quieren tener un poco más de volumen y que se les note bien el músculo, se ponen dos».
La operación en sí se realiza con anestesia espinal o general. «La incisión se hace por detrás de la rodilla, justo donde hay un pliegue natural de la piel. Es de entre tres y cuatro centímetros y por ahí se coloca el implante».
En relación a la recuperación, los pacientes deben hacer reposo relativo por aproximadamente cinco días, aunque 24 horas después de la intervención pueden estar caminando «en forma pausada y tranquila». «Luego de una semana pueden empezar a caminar y a hacer sus actividades normales en forma paulatina (…) Se les pide a los pacientes que por entre tres y cuatro semanas se abstengan de hacer ejercicio y después poco a poco lo pueden ir retomando, primero de manera suave e ir aumentando de a poco la intensidad».
Además, asegura que una vez completada la recuperación, la persona puede hacer una vida absolutamente normal, con actividades de todo tipo. «Hago todos los deportes -salgo a trotar, ando en bicicleta, juego fútbol, hago buceo- y no he tenido ningún problema (…) No se me hinchan las piernas, es como si (los implantes) fuesen míos», confirma Karla.
No es necesario cambiarlos «El resultado es muy natural (…) (Los implantes) no se notan nada, ni siquiera la cicatriz porque va en el pliegue de la rodilla y se disimula», agrega la paciente. En este sentido, se pueden poner dos tipos de implantes que se diferencian en su forma. «Unos son alargados y simétricos, y los otros son anchos arriba y delgados abajo, de manera de lograr un contorno muy parecido al de la otra pierna -cuando el implante es unilateral- o que dé un aspecto más bonito cuando se colocan a los dos lados», señala.
Asimismo, al contrario de lo que sucede con otros tipos de implantes que deben ser reemplazados cada cierto tiempo -como los mamarios-, en el caso de los de pantorrilla son permanentes. «La gracia que tienen es que como deben aparentar ser un músculo, tienen que ser duros (…) Se puede usar una silicona más dura, que es más fácil de colocar y sobre todo de tolerarla por parte del organismo».
«No hay necesidad de cambiarlos y hay poco riesgo de que se encapsulen, que es lo que a veces ocurre con los implantes mamarios, y eso hace que puedan durar mucho más tiempo».
Tampoco se sueltan, «porque se colocan en el espacio que está entre el músculo y la fascia, que es pequeño y bien firme, entonces es poco probable que se desplacen».
Fuente: Emol.com