¿Querrías saber cómo te puede quedar la operación de cirugía estética? Pues para tu información existen simuladores e impresoras 3D que te adelantan los resultados en la primera consulta.
La mejor manera de saber cómo te va a quedar algo es probándotelo. Una falda, un pantalón, hasta el más pequeño de los complementos luce distinto en una mujer que en otra. Son tantos, y tantos los detalles que pueden producir un cambio; por supuesto la constitución anatómica de una persona, pero también su expresión, su mirada, el tono de piel…
Las nuevas tecnologías nos ayudan mucho a la hora de enfrentarnos a la enorme oferta ante la que a veces nos vemos muy indecisos. Nos gusta todo. Nos lo queremos probar, pero no tenemos tiempo. Para paliar este desequilibrio entre disponibilidad y sociedad de consumo, existen los probadores virtuales. Se trata de páginas web en las que tu ‘yo’ virtual se puede probar la ropa para agilizarte la tarea de comprar con satisfacción.
El mundo digital se ha puesto también al servicio de la cirugía estética. Muchos pacientes que no se sienten a gusto en su piel llegan a la consulta y preguntan en ocasiones, muy desorientados, qué se pueden hacer. Quieren un cambio en la fisonomía de su rostro, porque se ven feos, no se gustan, no están conformes con la imagen que les devuelve el espejo.
No hace falta haber sufrido un accidente que nos haya transformado, ni tener una cicatriz, ni una quemadura. Puede existir una persona bella que quiera cambiar. En este caso, los cirujanos plásticos no deberíamos intervenir. Esta es mi opinión. Puede que detrás de ese descontento existan problemas de vida que se estén manifestando a través de un complejo físico. Lo que tratamos de hacer a través de una postura ética es ayudar con familiares y profesionales de la psicología.
El 90% de las veces si intervenimos porque ciertamente existe un fundamento para que una persona esté acomplejada: una nariz que descompone toda la armonía de la cara, unos labios apenas perceptibles, ojos hinchados, mentón pronunciado. Es aquí cuando los profesionales les explicamos en qué va a consistir su cambio, mediante qué procedimiento se va a realizar y cómo podría quedar.
Muchos cirujanos estéticos se sirven de un simulador 3D. Es un programa informático que permite modificar una imagen del paciente para mostrar, en tres dimensiones, cómo quedaría después de una operación. En la consulta previa se pueden ir cambiando los parámetros. Se puede ver cómo esa paciente iría quedando con distintos retoques.
Yo no soy muy partidario, aun reconociendo que sirve de ayuda, puesto que la imagen que las personas se hacen de lo que ven en la pantalla del ordenador se puede modificar con ilusiones personales o deseos. Puede crearse una falsa expectativa que de lugar a un descontento o una desilusión.
El futuro inmediato son las impresoras también en tres dimensiones, que están ofreciendo muy buenos resultados en el área de traumatología gracias a la reproducción de huesos y cartílagos. Veremos qué nos puede ofrecer además del actual prediagnóstico: rostros impresos para que la paciente vea como va a quedar o, mejor dicho, cómo podría quedar.
Fuente: nosotras.com